El Gral. Stroesner fue el Mitarerahaha
Fuente: entrevista hecha por ecocultura Tv
Rompió su silencio Elvio Acosta, chofer del Gral Britez Borges y del Gral. Stroesner, dijo que el Dictador se bañaba con la sangre de los niños en la isla Yacyretá. Contado de boca en boca por las abuelas con miedo, el mito del Mita Rerahaha se confirma que fue real y quizás sea la parte más dolorosa, oscura y sanguinaria de la historia de la dictadura del Gral. Alfredo Stroesner. El secuestro y la matanza de niños/as como parte del Baño de Sangre que hacía stroesner para tratarse de su enfermedad la lepra fue verdad, según lo revela una persona que directamente fue partícipe de la carnicería del dictador. Elvio Acosta, fue chofer del Gral Britez Borges, y en algunas ocasiones realizó servicios a Stroesner en ese carácter, con 30 años en la milicia represiva, fue testigo presencial de las atrocidades que cometió como “asesino en serie de niños el Gral.”.
Tirado en una cama, enfermo, olvidado por quienes le habían “ordenado en la dictadura hacer los servicios de muerte”, Elvio Acosta, es su afán, de darle paz a su alma, (sus palabras precisas), contó sus penurias recordando los tenebrosos días de la era stronista.
El Mengele paraguayo degollaba como chanchitos a los niños y los colgaba de ganchos
El relato del horror sonaba en nuestros oídos como la mayor tragedia ocurrida en nuestra historia solo parecido a lo que hizo Mengele con el exterminio de Judíos (éste era su compatriota, ya que stroesner era de sangre alemán, además desarrolló los mismos métodos de Hitler, a quien admiraba y copiaba en su sadismo). Elvio Acosta siguió diciendo “Retiré equipos especiales para la carnicería de sangre de niños y los traslade hasta la isla yacyreta. En esa época con mucha frecuencia se daban las desapariciones de niños. Stroesner pagaba a quienes secuestraban niños/as.
Relata con tanta frialdad episodios del terror como si esos hechos de matanza infantil fueran normales, parte del día a día de la dictadura y del trabajo que realizaban por “obediencia ciega al servicio del Dictador”. “Yo varias veces vi niños blancos, gorditos (mita moroti kyra guasu) desangrándose colgados de ganchos como chanchitos de cabeza para abajo degollados. Un tal Soler’i estuvo involucrado (era chofer de Stroesner). Otro nombre que salió durante la conversación fue el del Dr. Brustein quien habría supervisado el degüello y ayudaba a Stroesner en su terapia de sangre, aunque le costó recordar con absoluta certeza el nombre del médico que asistía dicho ritual del horror.
Secuestro de niños pobres para aliviar la lepra del dictador
Presencié varias veces el baño de sangre con niños de parte de Stroesner, yo sabía todo porque a mi Stroesner por confianza me encargaba ciertas tareas. No era transfusión de sangre lo que hacía sino que se bañaba en la sangre de los niños. Stroesner tenía la piel desastre sufría de lepra. Los cuerpos de los niños se enterraba, se tiraban, Soler’i sabía pero no va a contar por el pacto del silencio. Entre los años 79- 80 recrudecieron los secuestros de niños, todos de familias pobres, ya que la salud del dictador se iba deteriorando vertiginosamente.
Luego de más de 20 años se devela el misterio de que Strosner fue el Mita Rerahaha
En la calle la leyenda del Mita Rerahaha fue creciendo en la creencia popular, sin que se devele por temor la verdadera identidad del Mita Rerahaha, que recién después de más de 20 años de la caída de la dictadura sale a luz el secreto y el misterio del horror. A tal punto cundía el pánico entre la gente del campo que las abuelas cuando llegaba la siesta a sus nietos espantaban con relatos de terror, para que estos se quedaran en casa a dormir la siesta y no se animaran a salir a la calle por el miedo que reinaba de que nunca más volvieran.
El Mitarerahaha acechaba como cazador de niños en las campiñas. Secuestraban a sus presas como animales y recibían a cambio un pago jugoso del dictador, según relatan los propios colabores del criminal stroesner. El terror inundó poblaciones enteras, muchos niños abandonados por sus familias en nuestras calles terminaron degollados como chanchos en la Isla Yacyretá. En las campiñas se asociaba la sospecha cada vez que desaparecía un niño al vendedor de helados, que con el camioncito y musiquita recorría la siesta en el campo como esos encantadores de niños con sus productos. Para el secuestro de niños usaron mil y un método, pero siempre hacían desaparecer a los hijos de los más pobres, de los sectores más vulnerables, y la policía stronista se encargaba de limpiar el trabajo sucio y colaborar activamente con el dictador y su adicción a la sangre como vampiro.
El dictador era el Vampiro paraguayo
Un testimonio de la época pinta de cuerpo y alma el terror cultural campesino de ese entonces. “En la propia radio local se difundía la noticia como marandú que no se descuidaran los padres y abuelos que había zonas donde apareció el mitarerahaha”. Solo que se lo asociaba a criaturas mitológicas aprovechándose los militares de esas creencias populares muy arraigadas en la cultura paraguaya, sin percatarse, en ese momento que los secuestros los ordenaba el propio dictador que tenía “Sed de Sangre por su adicción vampira y caníbal”.
Video de entrevista de Ecocultura Tv http://youtu.be/kDKdDh_yk2Y