Monsanto y el Agronegocio imponen su propia ley en Paraguay‏

Paraguay corre el riesgo de convertirse en uno de los mayores territorios que da luz verde al modelo de agricultura transgénica y al agronegocio. A lo largo y ancho del país la soja transgénica se planta hasta sobre rutas, alrededor de las escuelas, las comunidades, sin respetar las leyes ambientales y la salud de las poblaciones. Esto ante la vista de las instituciones de control que resignadas miran sin hacer nada como el agronegocio impone su propia ley en el campo. Senave, IPTA, MAG, se han rendido frente al poder de Monsanto, Carguil y otras poderosas empresas del agronegocio. De hecho a nivel oficial la dependencia al modelo de agricultura transgénica se impuso por sobre la agricultura familiar y la agroecología.

Paraguay, Laboratorio del agronegocio

IPTA abiertamente puso en marcha desde hace tiempo un convenio con el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos para producir variedades de semillas transgénicas. Esto es apoyado por el Ministerio de Agricultura del Paraguay con lo cual no han reducido en un campo experimental, un laboratorio de semillas transgénicas en América Latina. Los ensayos y experimentos van viento en popa y el futuro de la agricultura paraguaya para los próximos años pasaría por el modelo agrícola transgénica.

La soja ya prácticamente casi en su totalidad es transgénica y el maíz camina irremediablemente hacia este modelo en Paraguay. La política agraria no se centró a promover la agricultura familiar campesina sino a fortalecer y consolidar el modelo del agronegocio. La fuerte dependencia del Paraguay a la soja transgénica lo ata a este modelo.

No existe Control de las instituciones a los abusos del Agronegocio

El poder económico que mueve el agronegocio paraliza cualquier posibilidad de un control eficaz a sus actividades. La Monsanto y
otros mandan en Paraguay. Las instituciones hacen la vista gorda a sus desmanes, solo observan de lejos como el campo paraguayo se está convirtiendo en el más floreciente negocio de la producción transgénica con las graves consecuencias de expulsión del campesinado, la migración forzosa y el empobrecimiento de miles de familias rurales que se ven invadidas por un modelo agrícola que lo destruye todo a su paso para enriquecer a unos pocos.

La comprobación real de que las instituciones encargadas de velar por la salud, el bienestar y el cumplimiento de las normativas en el campo están afectadas de parálisis es que cualquier persona que recorra nuestras rutas encontrarán plantaciones de soja hasta sobre las rutas, sin franja de protección, alrededor de escuelas y comunidades campesina e indígenas, poniendo en riesgo la vida de las poblaciones rurales.