La verdadera historia de la Cruz que regaló Evo Morales al Papa Francisco
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Este miércoles el máximo jerarca de la Iglesia Católica, el argentino Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como el Papa Francisco, visitó las ciudades de El Alto y La Paz, en Bolivia, donde se reunió con el presidente de ese país, Evo Morales, e intercambiaron presentes. En las redes sociales causó mucho impacto uno de los regalos entregados por Morales: Cristo crucificado en una hoz y un martillo. Para muchos era una falta de respeto al Papa y a la Iglesia Católica, pero este objeto tiene una singular historia.
“Me detuve acá para saludarlos y sobre todo para recordar, recordar a un hermano, a un hermano nuestro víctima de intereses que no querían que se luchará por la libertad de Bolivia. El padre Espinal predicó el evangelio y ese evangelio molestó y por eso le eliminaron. Hagamos un minuto de silencio en oración y después recemos todos juntos”, reflexionó Francisco en una breve parada en su recorrido hacia la ciudad de La Paz.
Organizaciones de Derechos Humanos entregaron al pontífice una carta en la que piden la beatificación de Espinal, también Jesuita como el papa.
Espinal Camps era, además de religioso, un importante comunicador popular. Estudió artes visuales y utilizó el cine, los documentales y el periodismo para criticar la realidad social. Se destacó por su compromiso con los más pobres y su actitud crítica frente a los militares, los medios de comunicación o la alianza de la Iglesia católica con los sectores más conservadores en el poder.
El portal BolPress explica que sus conocimientos en comunicación sumados a su calidad humana y social, fueron la base para impulsar un trabajo que reflejó una profunda convicción de justicia social a través de sus programas de radio, cine, televisión y prensa, en los que se denunciaba la injusticia social, los abusos de la dictadura, del sistema; la lucha de los sectores sociales, por espacios de libertad, igualdad y justicia.
Bolpress describe a Espinal Camps como alguien tremendamente crítico, quien tuvo que renunciar a sus cargos religiosos por sus fuertes opiniones sobre el cardenalato católico. En Televisión Boliviana tenía un programa titulado En carne viva, donde se atrevió a realizar entrevistas a miembros del Ejército de Liberación Nacional, hecho que no agradó a los que ostentaban el poder.
En 1977 participó en el piquete de huelga de hambre junto a cuatro mujeres mineras: Aurora de Lora, Luzmila de Pimentel, Nelly Paniagua y Angélica de Flores, para exigir amnistía general para los exiliados políticos, vigencia de las organizaciones sindicales y el retiro del ejército de los centros mineros. Esta ansia de justicia se extendió a más de 2 mil piquetes de huelga, 528 horas de lucha del pueblo de Boliviano que marcaron la vida política de Espinal Camps. Dicha huelga de hambre acorraló al gobierno de facto de Hugo Banzer (1971-1978) y desembocó en una convocatoria a elecciones con amnistía irrestricta para presos y exiliados.
En 1979, Espinal fundó el Semanario Aquí, un periódico contestatario autogestionado que reflejaba la opinión de los diversos sectores sociales. Sus páginas denunciaban los bajos niveles económicos de los trabajadores; testimonios de hombres y mujeres que apagaban su vida poco a poco, sin haber comido un buen plato de comida, o haber recibido atención médica para su salud, sin el privilegio de pisar una escuela y haber aprendido a leer la página de un periódico cualquiera. Las ediciones del Semanario Aquí eran un campanazo de denuncias semana tras semana, sobre el abuso y corrupción de los gobiernos de turno, y el mal manejo en la administración del Estado.
Activista de derechos humanos, Espinal Camps militó en la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia, durante la última etapa de la dictadura de Hugo Banzer Suárez, cuando empieza desde Estados Unidos una apertura hacia la democracia.
En 1980, el semanario Aquí alertó sobre la inminencia de un nuevo golpe de Estado en Bolivia, algo que se hizo realidad cuatro meses después del asesinato del jesuita. El cineasta y periodista Alfonso Gumucio, quien fue su alumno y cofundador de “Aquí”, recuerda que conoció a Espinal en unos cursos de cine que brindaba el sacerdote poco después de su llegada a Bolivia en 1970. “El semanario “Aquí” demostró que Lucho (como se le conocía popularmente) estaba decidido a llegar hasta las últimas consecuencias en su compromiso con Bolivia. Él tenía muy claro que su vida terminaría en Bolivia y por ello decidió consagrarla a la lucha por la democracia”, relató Gumucio. “Me impresionó mucho la decisión de Luis de hacerse boliviano y quedarse aquí para siempre”.
Asesinato
Espinal Camps fue asesinado el 22 de marzo de 1980, apenas dos días antes que a Óscar Arnulfo Romero en El Salvador. Espinal fue secuestrado en La Paz casi a la medianoche, cuando volvía del cine a pie y le faltaba una cuadra para llegar a su casa. Lo montaron en un jeep, le esperaban horas de tortura entre culatazos, golpes y quemaduras con plancha antes de ser rematado con más de 12 tiros en un matadero de reses, como consta en reportes policiales y periodísticos de la época, según explica un artículo de BBC Mundo.
El día del entierro de Espinal decenas de miles de personas cargaron en volandas el féretro por las calles de La Paz mientras gritaban: “Lucho ha muerto, aún quedamos muchos”.
“La muerte los hermanó”, dijo Xabier Albó, sacerdote jesuita español y amigo de Espinal, refiriéndose a Espinal y a Óscar Arnulfo Romero. “Cuando retornábamos del cementerio, nos enteramos que a más de 4.000 kilómetros de distancia (en El Salvador) habían asesinado a Romero. Las causas son las mismas“.
En 1986, en el llamado “Juicio a la dictadura” (1986) que juzgó los abusos cometidos durante el gobierno de facto instaurado del general Luís García Meza (1980-1981) se condenó a paramilitares, policías y militares por violaciones de derechos humanos. Sin embargo, no se juzgó el caso de Espinal, porque muerte se produjo antes del golpe de Estado y por tanto no quedó entre las causas presentadas. Hasta el momento, el crimen del padre jesuita quedó impune, algo que lamentan grupos de derechos humanos.
La reunión con el Papa
El intercambio de regalos entre Evo y el Papa Francisco se realizó tras la reunión privada que celebraron durante casi media hora en el Palacio Quemado. Francisco comentó que lo suyo era “más sencillo” que lo que recibía del mandatario.
Morales le entregó la máxima condecoración de Bolivia, el Cóndor de los Andes, y la distinción Luis Espinal, que fue creada para reconocer a quien profese una fe religiosa y se destaque por defender a los pobres, los marginados y los enfermos.
Asimismo, el pontífice recibió el ‘Libro del Mar’, que es un documento que resume los argumentos históricos, diplomáticos y jurídicos que ha usado Bolivia para demandar a Chile en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya. La demanda busca que la CIJ obligue a Chile a negociar con Bolivia una solución para la restitución de la salida al Pacífico que perdió en una guerra en 1879.
Francisco también recibió un cuadro que representa a la Virgen del Socavón, patrona de los mineros, elaborado con el grano de quinua, un alimento andino cuyas virtudes promociona Bolivia. Morales también le regaló una fina vestimenta adornada con motivos de las culturas andinas bolivianas y una biografía suya.
Por su parte, Francisco obsequió a Morales un mosaico que reproduce el célebre icono Salus Populi Romani, que desde el año 1611 ocupa la magnífica capilla Paulina de la Papal Basílica de Santa María la Mayor. Además, le entregó la reciente encíclica ‘Laudato si‘ (“Alabado seas”), su primer documento pontificio sobre ecología.
FUENTE: ALBACIUDAD.ORG