“Cuando seas grande podrás saber/opinar sobre ese tema”.
“Los niños y adolescentes no saben lo que dicen, para qué escucharlos”.
“Cuando seas grande, podrás hacer lo que quieras. Ahora mando yo”. (1)
Cientos de colegios movilizados, tomas, marchas, posicionamientos y refutaciones a múltiples frentes (gobierno, familiares, autoridades de sus colegios, prensa, sus propixscompañerxs que no comparten las medidas), presencia y debate mediático, miles de adolescentes participando: Estxs “pendejos” han logrado consenso e interpelación a nivel social con una rapidez y masividad casi incomparable como sujeto colectivo a nivel nacional como en Asunción que tiene el (des)prestigio de ser particularmente indiferente a las luchas sociales.
Voces analíticas le cuestionan a los tres gremios estudiantiles la Organización Nacional Estudiantil (ONE), la Federación Nacional de Estudiantes Secundarios (FENAES) y la Unión Nacional de Centros de Estudiantes del Paraguay (UNEPY) su “falta de preparación teórica”, su “bajo nivel de conciencia política”, que “los colorados están detrás de todo esto con su interna”, su “espontaneísmo”… Y quizás sea cierto esto, pero¿Dónde estábamos mirando que no pudimos anticipar que quienes lograrían sacar[2] una ministra del gobierno cartista serían estudiantes de secundaria y no una alianza de partidos de oposición ni los movimientos campesinos? ¿Por qué no vemos a las generaciones jóvenes?[3]
¿Espontánexs… o invisibilizadxs?
“Haz lo que te digo, porque yo lo digo y punto”.
“Usted no me contradiga, yo soy el profesor”.
“Es una etapa no más… ya vas a crecer y aprenderás como son las cosas”.
“Pero si usted no sabe nada aún”.
Aproximadamente en la década del ’50 del siglo pasado se acuñó –desde cierta psicología– el concepto de “crisis de la adolescencia”. Esta perspectiva redujo la adolescencia a una especie de fase de transición conflictiva de preparación para la vida adulta.
Esto luego se instaló fuertemente en el sentido común; así, a esta “crisis”, podríamos traducir localmente con la llamada “edad del pavo”.
Pero ya desde la infancia se observa un trato que puede ser hasta con ternura pero difícilmente trascienda la subestimación, como unas dulces y tiernas bestiecitas. En este sentido, nos dice desde la antropología Ortner (1984)
(…) fácil es comprender por qué los niños pueden considerarse a sí mismos parte de la naturaleza. Los niños pequeños son completamente humanos pero no están en absoluto socializados; al igual que los animales, son incapaces de andar erguidos, excretan sin control, y no hablan.
Resulta bastante evidente que incluso los niños mayores no están completamente sometidos al imperio de la cultura.
La construcción de un “universal niño que aparece ajeno a las transformaciones que suceden en su entorno” (Moscoso)está extendida en la forma dominante de pensar la infancia.
Esto pareciera originarse en que los paradigmas dominantes de la infancia han sido fundamentalmente construidos desde la psicología, la pedagogía o la pediatría, las que tienden a ser dominadas por perspectivas fuertemente individualistas y ahistóricas.
En este sentido, se podrían identificar argumentos que se sostienen en visiones biologicistas y evolucionistas que justificarían, “científicamente”, “una verdad” acerca de lo juvenil.
Todo esto sostendría generalizaciones[4] que no permiten reconocer ni particularidades ni dinamismos construyendo fotos estáticas y uniformizantes incapaces de comprender la sutileza de los mundos infantiles.
Adultocentrismo
“¿Y a usted, quién le ha preguntado su opinión?”.
“Cuando usted gane su plata y pague sus cuentas va a poder opinar”.
“Pasas perdiendo el tiempo con tus amigos, con esa música, etc.”.
“Este tema es muy complejo, ellos no están preparados para dar ideas que sirvan”.
En su trabajo “Adultocentrismo y juventud. Aproximaciones foucaulteanas”, Vázquez (2013) Vázquez (2013) define adultocentrismo como
la serie de mecanismos y prácticas desde los cuales se ratifica la subordinación de las personas jóvenes, atribuyéndoles, a estos últimos, una serie de características que los definen siempre como sujetos deficitarios de razón (déficit sustancial), de madurez (déficit cognitivo-evolutivo), de responsabilidad y/o seriedad (déficit moral).
La condición de lo juvenil entendido aquí como seres – falta, seres – carencias, se combina con el grado de severidad de dichas privaciones.De ese modo, seradultos sería el modelo ideal de persona.
Vázquez (2013) señala que la juventud es entendida apenas como “una etapa de tránsito de la vida, que adquiere valor en la medida en que está referida al mundo adulto, y que su importancia consiste en que ‘en algún momento’ se llegará a ser adulto”.
Esta supuesta condición de fugacidad de lo juvenil, nos dice Vázquez, es reforzada en lo escolar entendida como una institución concebida adultocéntricamente, donde se repute de múltiples formas un mensaje: estudiar para “ser alguien” en la vida. Además de que allí se insiste en la división entre “el mundo real de los adultos” y “el mundo de fantasía de los jóvenes”.
Otra característica atribuida a lo joven, desde una mirada adultocéntrica, aflora en ciertos enunciados como que “los jóvenes son rebeldes por naturaleza”, “los jóvenes son inestables porque esa es su naturaleza”, donde se identifica lo juvenil con lo “inmaduro”, con lo cual “el reconocimiento de la diferencia y más aún, las posibilidades de diálogo, están desde el principio anuladas debido a las distancias agigantadas que se generan entre las personas adultas y las jóvenes” (Vazquez).
Este mismo autor nos alerta de que existen en nuestra sociedades construcciones que, en apariencia, glorifican lo juvenil, sin embargo desde el capitalismo contemporáneo y la biopolítica(como forma de poder sobre la administración de la vida y los cuerpos) en realidad promueven producciones adultocéntricas de subjetividades juveniles desde el dispositivo dominante de la industria cultural; cita cuatro:
. la imagen publicitaria del “gerente junior”.
. “el joven a la moda”.
. “el joven innovador”, quien se inserta en el mundo del futuro, sin salir del marco del sistema establecido.
. el joven como “paradigma de lo moderno”, por su manejo de tecnologías, y de un volumen amplio de información.
De “los pendejos”
“¿Para qué van a opinar si todavía no entienden nada de la vida?”.
“Una vez que egreses de la escuela, entenderás. Tienes que estudiar ahora”.
“Cuando seas grande puedes dar tu opinión”.
“Cuando tú vas yo vengo de vuelta”.
“Es mejor que las decisiones las tome yo, porque tengo más experiencia que ustedes”.
Ante voces que pretenden explicar lo que está pasando,desde las “injerencias” señaladas por el experto en educación Montero Tirado (“Hay muchos indicios para entender eso”)[5]hasta el masivo y plebeyo “yo también lo haría para no dar clase”, los elementos mencionados en este trabajo pretenden ayudar a avanzar debates, en la academia, en la militancia, en las instituciones, en los cotidianos.
Pues parece que, ellxs, ya no nos van a esperar.
[1]Estas, y las siguientes citas son tomadas de: UNICEF. (2013). Superando el adultocentrismo. Santiago de Chile.
[2]Sabemos que este “sacar” es más complejo, que otros movimientos hacen a los dinamismos sociales y políticos.
[3]En general englobamos, para este artículo, bajo ese paraguas a la niñez, la adolescencia y la juventud. Sabemos que cada una de estas tres categorías traen diversas y abiertas controversias, pero su uso es provisorio y sin pretensión de que dichos debates se encuentren superados.
[4]Estas idealizaciones, sin embargo, se invierten cuando este mismo sujeto etario es cruzado con las construcciones de “marginalidad” y chivos expiatorios sociales, donde con saña la sociedad tiende a dar rienda suelta a lo represivo como único abordaje: recuérdese el trato dado a las llamadas “pirañitas”.
[5]ABC Digital. Experto ve una injerencia externa. 04 de Mayo de 2016, 06:43. Extraído el 7 de mayo del 2016 desde http://www.abc.com.py/nacionales/experto-habla-de-una-injerencia-externa-1476756.html
Bibliografía
-Moscoso, M. La mirada ausente: Antropología e infancia. Ecuador.
-Ortner, S. (1984). “¿Es la mujer con respecto al hombre lo que la naturaleza con respecto a la cultura?”. P. 120. En: Harris, O., Young, K. (edit.). Antropología y Feminismo. Barcelona: Anagrama.
-Vázquez, J. (2013). Adultocentrismo y juventud. Aproximaciones foucaulteanas. En: Revista Sophia: Colección de Filosofía de la Educación. N 15. Quito: Editorial universitaria Abya Ayala.