Tres años del secuestro de Edelio Morínigo, el Gobierno inoperante para rescatarlo
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Este miércoles se cumplen tres años del secuestro de Edelio Morínigo, el más largo en la historia del Paraguay. Desde el 5 de julio, el suboficial de Policía está en poder del grupo criminal EPP. Durante este tiempo solo se dio a conocer una prueba de vida. Sus padres y su esposa lo siguen esperando con ansias. «Solo pedimos una prueba de vida», suplica su madre.
Edelio Morínigo fue secuestrado en la estancia Macchi Cué, en la localidad de Arroyito, Departamento de Concepción. El sábado 5 de julio del 2014, el suboficial se encontraba de cacería con un grupo de amigos y desde que fue capturado por el grupo criminal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) comenzaron a sumarse los días para convertir el suyo en el secuestro más largo en la historia del Paraguay.
Hasta el momento, las autoridades no han logrado rescatarlo, ni siquiera se pudo obtener una segunda prueba de vida desde que apareció la primera el 22 de octubre del 2014.
Doña Obdulia Florenciano, madre de Edelio Morínigo, comentó cómo recuerda a su hijo, cuáles eran sus sueños, sus gustos, su relación con él, sus últimos días juntos y, una vez más, exige a las autoridades una solución al cumplirse hoy 1.097 días sin poder abrazar a su hijo.
Era un niño travieso y muy estudioso
Desde pequeño, Edelio era muy educado, estudioso y travieso como todos los niños, así lo recuerda su madre. Es el quinto de 12 hermanos y su gran deseo siempre fue el de formar parte de las filas policiales, un sueño que cumplió dignamente y con esfuerzo.
Le gustaban los deportes y no podía resistirse a un buen partido de fútbol o vóley. En esos encuentros cosechó muchos amigos y era muy querido en su barrio, según comentó doña Obdulia.
Para su familia, Edelio era también un sostén económico. Era el encargado de comprar los medicamentos que su padre, Apolonio Morínigo, necesita para paliar sus problemas de salud.
En el primer año luego de recibirse de policía estuvo trabajando en Asunción, en una comisaría del barrio Obrero, luego fue trasladado a la ciudad de Santa Rosa de Lima, en el Departamento de Misiones.
Finalmente, logró conseguir su traslado al Puesto Policial del asentamiento Núcleo 3 Arroyito, para estar cerca de su familia y, sobre todo, de su padre por la enfermedad que lo aqueja.
Su sueño: Construir su casa y tener un hijo
Edelio era una persona trabajadora, desde pequeño trabajó en la chacra, ayudando a sus padres y tenía un lazo afectivo muy fuerte con ellos.
«Desde chico le enseñamos a trabajar, porque somos gente de la chacra. Siempre él quería salir adelante, es una persona muy honesta, de carácter muy fuerte, nunca le gustó la macanada, era muy serio», dijo su madre.
«Su mayor sueño era construir su casa y tener un hijo varón», recordó doña Obdulia en un momento de la entrevista.
Su madre lo recuerda como una persona muy cariñosa, que le tenía una gran confianza, ya que siempre le contaba sus problemas y anhelos.
«Era muy pegado a mí, también le ama mucho a su papá, pero se daba más conmigo. Se diferenciaba de sus otros hermanos por su carácter fuerte, era el más responsable de todos», sostuvo.
El último cumpleaños de su madre: «Fue como una despedida»
Doña Obdulia recordó aquel 20 de junio del 2014, el día de su cumpleaños, como el mejor de todos los encuentros familiares, pues estuvo rodeada de todos sus seres queridos y fue su hijo Edelio el encargado de organizar el festejo.
«Me festejaron a lo grande, fue la última vez que Edelio festejó conmigo mi cumpleaños. Fue como una despedida, él organizó todo el festejo, comimos asado, sopa, ensalada y estuve muy feliz porque mis 12 hijos estuvieron presentes aquel día», recordó entre suspiros.
El beso y el abrazo que no volvieron a repetirse
Doña Obdulia recordó aquel día en que vio por última vez a su hijo antes de ser secuestrado. «Era el viernes 4 de julio, estuvo todo ese día con nosotros. Estaba haciendo revoque en la casa que estaba construyendo para vivir con su esposa, él estaba de vacaciones y toda esa semana estuvo trabajando en la construcción», recordó.
Edelio le dijo a don Apolonio que ya quería terminar la casa para mudarse lo antes posible allí con su esposa. En ese entonces vivía en la casa de su suegro y él quería volver a estar cerca de sus padres.
«Compartimos en familia, hablamos hasta el último día. Ese viernes él estaba muy feliz y el domingo quería hacer un asado porque el lunes ya tenía que volver a trabajar. Trabajaba en el Puesto Policial del asentamiento Núcleo 3 Arroyito», refirió.
Aunque han pasado tres años, su madre recordó como si fuera ayer ese último día en que puso todo su amor para cocinar a su hijo.
«Yo le cociné, siempre le cuidé, ese viernes comimos puchero con ensalada. Al día siguiente tenía que cocinarle gallina casera porque él quería comer, era su comida preferida», expresó.
Cayó la tarde y Obdulia se despidió de Edelio, quien iba a la casa de su suegro, sin saber que ese sería el último beso que le daría a su hijo acompañado por un fuerte abrazo.
«A la tardecita se despidió de mí, me dijo mañana a la mañana voy a venir mamá para comer al mediodía, me dio un beso y un abrazo. Desde aquella vez ya nunca más volví a hablar con él», recordó con la voz entrecortada.
Edelio no le tenía miedo al EPP
Doña Obdulia comentó que siempre hablaban del grupo criminal EPP, ya que escuchaban sobre los casos de secuestro y muertes causados por estos delincuentes, sin embargo, el suboficial nunca les tuvo miedo.
«Él no tenía miedo, siempre me dijo ‘Mamá cuidate, cuidá a mis hermanos’, él nunca dijo: ‘Yo tengo miedo’, pero siempre se cuidaba», sostuvo.
El día del secuestro
A las 12.30 del sábado 5 de julio del año 2014 Edelio y otros ocho amigos salieron de su casa rumbo a la estancia Macchi Cué para ir de cacería.
Iba vestido con una remera negra y un pantalón color caqui. Una vez que entraron al monte -como unos cuatro kilómetros- salieron al paso siete integrantes del EPP
Al percatarse de ello, el suboficial se tiró al suelo y se despojó de su arma reglamentaria, su credencial de uniformado y su billetera.
Uno de los secuestradores, quien presumiblemente sería Osvaldo Villalba, les habría dado la orden de permanecer boca abajo, los separó e interrogó de a uno. Les preguntó qué hacían en el lugar y si se dedicaban al abigeato. El interrogatorio duró desde las 14.00 hasta las 16.00.
Los integrantes del EPP se identificaron como «guerrilleros» y dijeron que en el grupo había un policía. Se fijaron en el estuche del arma de Edelio y le ordenaron que encuentre su pistola.
Acorralado, Edelio tuvo que confesar que era un policía. En ese momento le comunicaron que se quedaba con ellos en calidad de «prisionero». Los acompañantes pidieron ir con el EPP y la respuesta fue negativa.
Edelio pidió que traigan su billetera, donde tenía G. 200.000, y le dijo a sus compañeros que entreguen ese dinero a su esposa, Elisa Mabel Ledesma.
«Ese sábado yo no supe nada. Al día siguiente, el domingo, recién supimos cuando los otros amigos le contaron a su esposa y ella a las 11.00 aproximadamente le llamó a uno de mis hijos», recordó su madre.
Sus últimas palabras
Los del grupo criminal aseguraron a los amigos de Edelio que lo iban a liberar y que no cuenten lo que vieron a los militares ni a los policías.
Edelio, ya en poder de sus captores, dijo a sus amigos con firmeza: «Ani peho pe mboreati porque nde pope aime hina socio» (No vayan a fallar porque estoy en sus manos, amigos).
Tres años y una sola prueba de vida
El 22 de octubre del 2014 se vio por primera y última vez a Edelio Morínigo en un video difundido por el EPP. Posteriormente, el joven Arlan Fick informó que lo vio unos días antes de ser liberado, en diciembre de ese mismo año.
En la grabación estaban Arlan Fick y Edelio en un campamento precario escoltados por el grupo criminal, cuyos integrantes portaban armas largas, además estaban rodeados de explosivos.
En aquella ocasión, el policía dijo a sus padres que se encontraba bien de salud, que no quería que se preocuparan por él y que en cualquier momento volverían a reunirse. Comentó que no fue torturado, que estaba bien físicamente y pidió a su esposa Elisa Ledesma que lo esperara.
Sus captores habían pedido la liberación de seis de sus miembros, presos en distintas cárceles del país, y a cambio de eso dejarían ir a Edelio.
En el cumpleaños de Edelio se abocan en la oración
Ya son tres años los que Edelio no puede disfrutar de un almuerzo familiar ni de un cumpleaños con sus seres queridos.
El 9 de mayo pasado, el suboficial cumplió 28 años y, una vez más, su madre se encargó de hacer un encuentro con la familia y amigos para refugiarse en la oración pidiendo por su libertad.
«Hacemos una misa en mi casa, invitamos a los amigos y repartimos golosinas a los niños. Este año sus compañeros policías organizaron un asado y compartimos con todos los familiares y amigos, pero sobre todo rezamos mucho por él», acotó.
Doña Obdulia recordó además que aquel 15 de mayo del 2014, Día de la Madre no pudo pasar con su hijo porque él estaba de guardia, sin embargo, la llamó y felicitó.
«Solo pido una prueba de vida», implora su madre
Al ser consultada sobre cómo piensa que se encuentra su hijo en estos momentos, la desconsolada madre dijo que su hijo no está bien.
«Pienso que él no puede estar bien, es de la Policía Nacional, todos sabemos que el EPP no le quiere a los policías, no creo que se le haya torturado, pero está privado de su libertad y por tanto tiempo. La gente que está en la cárcel por lo menos recibe visitas de su familia, nosotros no podemos ni visitarle», agregó.
«A lo mejor está vivo, nunca encontramos su cuerpo, por eso pienso que sigue con vida, por eso pido a los del EPP que ojalá, hoy que se cumplen tres años del secuestro puedan darme una prueba de vida, un video o por lo menos una carta. Solo pido una prueba de vida», suplicó.
«Les pido encarecidamente como mamá, así como ellos tienen madre, hermanos, familias, les pido una prueba de vida en estos tres años, como sea, por carta o por video», indicó.
Su madre asegura que Edelio no se unió al grupo criminal
Desde hace mucho tiempo surgió la versión de que el policía ya pasó a formar parte del EPP, puesto que nunca más se supo nada de él. Su madre lo niega categóricamente.
«Jamás eso va a ser cierto, la gente del EPP igual se comunica con su familia, aun estando en el monte están en contacto con ellos. Edelio nunca se comunicó con nosotros, nunca va a estar en ese grupo, nunca va a aceptar eso», aseguró.
Mensaje a Edelio
«Como mamá yo quiero decirle a mi hijo que sea un hombre fuerte como siempre lo fue. Le recomiendo que nunca acepte la ideología de esa gente, que le cueste la vida con tal que no acepte formar parte de ellos», refirió.
Obdulia instó a las familias a que sean unidas
«A mí me falta uno de mis hijos, por eso pido a todas las familias para que busquen armonía y confianza. A los hijos pido que valoren a sus padres, pido que se valoren unos a otros porque si llega a pasar algo a uno de los integrantes después lloramos, pero ya no podemos hacer nada. Nosotros estamos sufriendo demasiado», indicó.
Además pidió a todos rezar para que pueda disminuir la inseguridad en nuestro país y que no haya más asaltos ni muertes.
El Gobierno asiste a la familia
La Policía Nacional, a través del Ministerio del Interior y la Comandancia, ayuda a los padres de Edelio económicamente, ya que son una familia humilde de escasos recursos. También reciben medicamentos.
«Si les pido ayuda nunca se niegan, tenemos todo el apoyo de la Policía Nacional», contó.
Mensaje al presidente de la República
Doña Obdulia pidió al presidente de la República, Horacio Cartes, que mejore la seguridad en el país.
«A Cartes, como un papá del país, le pido que vea la situación que busque la solución para este gran problema que atraviesa el Paraguay que es la inseguridad, pido que haga su trabajo para que no haya más secuestros ni más muertes», expresó.
La esperanza de una madre nunca muere
Por último, la madre de Edelio afirmó que cree firmemente en que su hijo sigue con vida y que la esperanza nunca se pierde, por lo que cada día se encomienda a Dios y a la Virgen María para que pueda llegar el día en que sus ojos vuelvan a ver a su hijo, que sus brazos puedan volver a abrazarlo y que sus labios puedan volver a besarlo para terminar con tanto sufrimiento que desde hace tres años no la deja vivir tranquila ni ser feliz.
«Seguimos con esperanza de que algún día podamos volver a verlo», concluyó.
Fuente y foto: ÚH