«La matanza de Puerto Pinasco»

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By Radio TV julio 10, 2017 12:07

«La matanza de Puerto Pinasco»

Del muro de Juan Fernando Kurz

Una de las tragedias más desconocidas del país es la huelga y masacre de obreros de dicha ciudad del Alto Paraguay, en julio de 1927, que el Gobierno ocultó.

En realidad, la represión aconteció el día viernes 15 de julio de 1927, en Puerto Pinasco, entonces enclave taninero perteneciente a la empresa norteamericana, International Products Corporation (IPC). En esos años el tanino fue uno de los principales productos de exportación del país y la misma IPC su productor más grande, representando casi el 50% del total. El plantel de personal de IPC —en el puerto, la fábrica, el ferrocarril, y los hacheros contratados en los obrajes— era del orden de 3.000 personas, de lejos el mayor empleador en todo el país.

Pero también fueron años de creciente contestación obrera a las pésimas condiciones de trabajo que caracterizaban la época liberal. Una serie de grandes huelgas habían sacudido antes a Pinasco —en 1913 y 1922/23—, cuando hasta se fugó el comisario Wagner y se instaló en su reemplazo una guarnición militar a cargo de un mayor Barboza.

Todas estas luchas apuntaban a la introducción de derechos laborales básicos, tal como las ocho horas diarias (en vez de las 12 horas que fue la norma en la fábrica). Además, una reivindicación constante fueron «la apertura» del puerto y el libre ingreso de vendedores de productos básicos para competir con el monopolio ejercido por la despensa de la empresa, que explotaba al personal mediante el sistema de compra por ‘vales’. Pero, en su afán de mejorar sus condiciones, los obreros tropezaban con la férrea negación de la IPC, durante décadas, de permitir un sindicato.

Existe poca información acerca del origen de la protesta de 1927, aunque probablemente fue liderada por los hacheros, los más explotados del personal, a quienes se les pagaba por trabajo a destajo, a través de terceros, y con mucha demora. Ellos se organizaron en diferentes puntos de la vía férrea, que se extendía 145 km tierra adentro. Hasta se dice que se creó un club de fútbol, Sol Naciente, con miras a aprovechar la tranquilidad de la cancha —ubicada a cierta distancia del casco urbano— para conversar libremente de temas sindicales.

El día de la masacre

El viernes 15 de julio de 1927, los huelguistas bajaron hasta el puerto, donde consiguieron la solidaridad de los obreros de la fábrica y del puerto. Sus demandas fueron las de siempre: apertura del puerto, atención médica a sus familiares y un aumento salarial. Al serles negados sus reclamos, como medida de protesta ocuparon la usina y la comisaría, amenazando con incendiar la fábrica y los depósitos. La respuesta de la Gerencia fue contundente. El comisario local, que en la práctica actuaba como funcionario de la empresa, mandó apresar a los líderes de la «comisión directiva» de la huelga. Pero al serle imposible realizarlo, la empresa envió un mensaje por código Morse pidiendo auxilio al cuartel de Concepción, que envió un pelotón de 30-35 soldados. Estos, al llegar a Pinasco, en su intento de desocupar el puerto, ametrallaron a los huelguistas. Hay diferentes versiones sobre el número de muertos, que varía entre «una docena de víctimas entre muertos y heridos graves» (Milda Rivarola) y «más de veinte» (Juan Alfredo Ramírez). Increíblemente, no existe testimonio personal de lo ocurrido, y de los obreros que murieron, apenas sabemos algunos nombres.

Debido a la gran distancia y las pésimas comunicaciones con el interior del país entonces, solamente unas magras y distorsionadas noticias se filtraron en Asunción sobre lo acontecido. Los diarios El Diario y El Liberal basaban sus informes acerca de los «sucesos de Pinasco» en declaraciones de Eusebio Ayala, quien había viajado a Pinasco después de la matanza. De hecho, sus declaraciones a la prensa son muy cuestionables, dado que, además de ser primo del entonces presidente Eligio Ayala (1924-28) y Rector de la Universidad Nacional, ¡ocupaba en esos años el cargo de vicepresidente de la IPC y fue su director regional en Asunción! Eusebio Ayala hablaba de un duro enfrentamiento, pero no menciona en absoluto la existencia de muertos. Dice que «no fue una huelga, sino un atentado anarquista frustrado», y vuelca toda la culpa a un grupo de exaltados, liderados por «… un individuo de nombre Benigno Castaño, desertor del Ejército argentino». Aunque Ayala admite que «… el administrador, Sr. Scott, recibió una hoja sin firma, escrita con visible prisa, pidiendo la jornada de ocho horas y otras mejoras», finaliza la entrevista con una extraordinaria apreciación acerca de la IPC: «No creo que haya ningún establecimiento en la República en el cual los obreros tengan un trato mejor».

 

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