¡Memoria y Discurso! Paraguay: la Patria abandonada
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Por Daniel Andrés Baez Brizuena
La política está en todas partes y constituye un juego complejo, que, en última instancia, a todos nos afectan. Las elecciones generales del 30 de abril, dejaron sus números, sus huellas y sus resultados al desnudo. Si la voz del pueblo, es la voz de Dios, la voz de las urnas, es la voz de la democracia. No es fácil aceptar el continuismo. Más, la regla del juego político, así lo exige.
Ciertamente, es importante lanzar cuestionamientos que nos ayuden a pensar nuestra realidad: ¿Cómo es posible no haber cambio en Paraguay? ¿Cómo entender los resultados de las elecciones del 30 de abril en un país abandonado a su suerte? ¿Es posible soñar con un mañana mejor? ¿Qué lecciones podemos aprender del fracaso electoral de la Izquierda? Ni el más optimista será capaz de responder estas preguntas, sin mirarse al espejo de la propia historia. La Patria está abandonada a su suerte. Si el milagro de las urnas no consiguió producir el cambio, es porque estamos perdidos en el tiempo inmemorial de la desgracia. En este tiempo de sobrevivencia y muerte. De agonía y de desespero. De la miseria y el abandono. De la pobreza y el hambre, como el pan nuestro de cada día en nuestra historia.
En este contexto, las elecciones generales del 2023, nos dejó varias lecciones importantes. Veamos sobre dos prismas de la realidad política. En primer lugar: la Concertación, no alcanzó la mente y el espíritu del elector. No fue capaz de establecer empatía y dialogar con el alma del ciudadano que constantemente grita por justicia social. La Concertación fue un rotundo fracaso. Un fracaso político, social, estructural. No existe peor fracaso, que el rechazo ciudadano. Todos perdimos en este juego. Los electores al perder la confianza, prefirieron elegir nuevamente, votando a sus propios verdugos. La Concertación no representó al elector, un puente de libertad. La Patria seguirá abandonada a su suerte. Relegada a un olvido en que el cambio parece ser imposible. En segundo lugar: la izquierda progresista, por su parte, naufragó en su intento emancipatorio. Sus referentes sucumbieron en una derrota apenada. ¿Es posible levantarse? ¡Claro, que es posible! Es urgente levantarse. Nadie tiene el derecho de lamentarse por mucho tiempo en la Patria abandonada a su suerte.
Ciertamente, la autocrítica será el arma que despertará una nueva causa. Como dice Saro Vero, “El paraguayo es optimista porque acepta la vida con sus dos caras: la del bien y la del mal”, y añade, “En el Paraguay nada cambió por siglos enteros (…) El Paraguay ha sufrido más que una invasión, un exterminio. Los exterminadores lo dejaron sumido en una pobreza extrema que le eximía del interés de los depredadores y neo colonizadores”, y por lo visto, continuará así, la patria abandonada a su suerte.
El hartazgo del pueblo y del ciudadano – ya sea de la corrupción, del abandono del poder público, de los hospitales en ruinas, de las escuelas abandonadas – no fue lo suficiente para enterrar la demagogia colorada. La fuerza del imaginario autoritario, el deseo voraz por la dictadura perpetua volvió con fuerza y se manifestó como hilo conductor de la perversa e insana hegemonía colorada en la historia paraguaya. El clientelismo político y su herencia maldita, parece ser, el opio del pueblo, convirtiendo a sus ciudadanos en herramientas perversas. Roa Bastos ya nos alertaba en Yo el Supremo: “Tirano, dijo el rey sabio, es aquél que con el pretexto del progreso, bienestar y prosperidad de sus gobernados, substituye el culto de su pueblo por el de su propia persona”.
Nuestra historia ya lleva 70 años de triste soledad y de profundos fracasos. El Paraguay continuará en terapia intensiva, con sus problemas sociales y económicos. El coloradismo – continuará con el salvoconducto de las urnas – dándonos como herencia la desigualdad social, el Estado mínimo, la narcopolítica, donde políticos y empresarios corruptos y empoderados seguirán decidiendo el destino de la nación. Triste y dolorosa realidad. Si el voto es un instrumento de castigo y premio, la trágica historia paraguaya no conoce límites. El Paraguay que la fiesta cívica del 30 de abril nos dejó, es un Paraguay sin futuro. Donde las cruzadas ideológicas, así como, las banderas del miedo y de la inseguridad, continuarán siendo nuestro valle de lágrimas. Como diría Dante Alighieri: “La flecha del destino, cuando se espera, viaja lenta (…) Si no se modera tu orgullo, él será tu mayor castigo”, en los próximos años, podremos constatar la fuerza abrumadora de los demonios que alimentamos en las urnas.
La izquierda progresista, deberá hacer una profunda autocritica, en su modelo y forma de hacer política en la contemporaneidad. Deberá buscar nuevos caminos de resignificación en su labor ideológica y democrática. No es posible continuar la senda del fracaso electoral. Es necesario, volver a fortalecer las bases, restructurar las estrategias y formar nuevos líderes.
Y, principalmente, tener el coraje de interpretar los signos de los tiempos de la forma de hacer política. Es importante volver a las fuentes. Repensar estrategias. Levantar nuevos vuelos. Ser menos teóricos y más prácticos. Sun Tzu, ya advertía: “Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo, pero no al enemigo, por cada victoria que obtengas también sufrirás una derrota. Si no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, perderás todas las batallas”. No podemos seguir perdiendo más batallas. La historia, ciertamente, no nos perdonará. Por eso, es necesario, recomenzar nuevamente.
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* Actualmente forma parte del cuerpo docente de la Universidad Estadual do Paraná – Brasil. Realiza investigación en varias áreas, como: Filosofía, Sociología, Ciencia Política, Marketing, Ciencias de las Religiones y Análisis del discurso.
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