Paraguay, La Primera Revolución Agraria de América busca retomar su historia y recuperar su Soberanía Perdida

Radio TV
By Radio TV febrero 14, 2012 13:42

Paraguay, fue el primer país de nuestra América que implementó una “Revolución Agraria” a partir de su proceso de independencia que se da de 1813 hasta 1870. Un siglo antes que la Revolución Mejicana de 1910, Paraguay inicia un proyecto de reforma agraria que se extendería como bandera principal de las revoluciones en toda la región. El Gobierno del Dr. Gaspar Rodríguez de Francia impulsa una verdadera transformación política, social, económica y agraria en el Paraguay de carácter comunitario.

Paraguay, posee un proceso de lucha histórica muy rica en cuanto a la reforma agraria y el desarrollo nacional que lo sitúa en América Latina como uno de los primeros países  en encarar proyectos de reforma agraria y desarrollo nacional independiente que incluso algunos lo denominan como etapa revolucionaria de su historia. Vive una época emancipadora y revolucionaria, el historiador brasileño Chiavenato lo califica como el Primer Socialismo en América del Sur y la guerra desplegada contra el Paraguay sitúa como genocidio contra un proyecto revolucionario. En la Asamblea de 1816, el Dr. Francia, gracias a su capacidad de estadista  y con el apoyo popular sobre todo del campesinado es designado para dirigir los destinos de su patria”.

A partir de ahí Paraguay inicia su verdadero derrotero independiente; el Dr. Francia concretó una Revolución Agraria sin precedente en América Latina.    Con el reparto de tierras, herramientas para trabajar la tierra y ganados tanto a mestizos como a indios. Las tierras confiscadas fueron arrendadas a los campesinos a muy bajo costo, con la única condición de cultivar en forma diversificada.

Los indígenas se beneficiaron con la política agraria del Dr. Francia; además de poseer la tierra para trabajar, se respetó su organización primitiva.  El Gobierno revolucionario conducido por Francia eliminó los privilegios de la clase social dominante creada por la Colonia. El trabajo se impuso como único criterio de crecimiento personal y social. Esta experiencia de revolución agraria y desarrollo independiente fue continuada por  los Gobiernos de Carlos Antonio López y Francisco Solano López.

El imperio arremetió con fuerza y lanzó una guerra involucrando a tres países para acabar con el modelo de desarrollo paraguayo soberano e independiente siendo el  de mayor crecimiento en las Américas en su época.  Lo cual buscaron matar. Otro esfuerzo por implementar la Reforma Agraria fue el impulsado por el Gobierno del Coronel Rafael Franco (los febreristas) que termina cortándose por reacción de las minorías. El Paraguay a partir del 20 de abril del 2.008 con el ascenso del Presidente Lugo al gobierno busca reencontrarse con su historia de lucha por la Reforma Agraria y un desarrollo nacional propio  aprendiendo de sus raíces para construir una nueva sociedad en el presente. Los movimientos sociales y las organizaciones campesinas enarbolan esta bandera de cambio nacional. Hoy el Paraguay busca renacer de sus cenizas y demostrar que “Otro Paraguay es Posible”.

 

 

 

Uno de los principales puntos que fue bandera para el acceso del Gobierno de Fernando Lugo al poder  el 20 de abril de 2.008 es “la Reforma Agraria y un proyecto de desarrollo nacional” a favor de los más pobres entre los pobres las familias rurales  e indígenas.

En el Paraguay las riquezas malhabidas se han ido acumulando por más de 60 años  en pocas manos siendo el país con mayor desigualdad en el acceso a la tierra y al ingreso del planeta superado solo por otros tres países del África. El Desarrollo productivo privilegió el modelo dependiente de agro exportación de alta tecnología con el cultivo de la soja y otros productos convirtiéndose el Paraguay en un paraíso fiscal  y de tierras malhabidas en la región para los grandes productores, sobre todo extranjeros y una minoría empresarial, al no pagar impuestos al Estado  para la exportación de la soja y recibir subsidios para su producción, en contrapartida se produce un desplazamiento de los pequeños agricultores abandonados a su suerte matando  sus formas y culturas tradicionales de cultivo  y de vida, condenándolos a la pobreza y la migración.

Antes prefiero morir que volver a ver a mi patria oprimida y en esclavitud

 

Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia

 

Kokue y estancias de la patria

 

Los kokues y estancias de la patria eran una forma colectiva de trabajo, eran de propiedad del Estado pero administrados por los obreros.  Los mismos se crearon en las tierras confiscadas a los españoles, la oligarquía, la  jerarquía Eclesiástica, a la oligarquía porteñistas, y a los encomenderos en general, pasaron a ser propiedades del Estado. De este modo, el Dr. Francia liquidó el régimen de las encomiendas.

 

Trabajando todos en comunidad, cultivando las posesiones municipales como destinadas al bien común, al bien público, y reduciendo nuestras necesidades, según ley de nuestro Divino Maestro Jesucristo”.

José Gaspar Rodríguez de Francia.

 

 

Eduardo Galeano[1],  acota: “Paraguay contaba con una economía que estaba en pleno crecimiento. Cuando los invasores aparecieron en el horizonte, en 1875, Paraguay contaba con una línea de telégrafos, un ferrocarril y una buena cantidad de fábricas de materiales de construcción, tejidos, lienzos, ponchos, papel y tinta, loza y pólvora. Doscientos técnicos extranjeros, muy bien pagados por el Estado prestaban su colaboración decisiva. Desde 1850, la Fundición de Ybycui fabricaba cañones, morteros y balas de todos los calibres; en el arsenal de Asunción se producían cañones de bronce, obuses y balas. La siderurgia nacional, como todas las demás actividades económicas esenciales estaba en manos del Estado. El país contaba con una flota mercante nacional, y habían sido construidos en el astillero de Asunción varios de los buques que ostentaban el pabellón paraguayo a lo largo del Paraná o a través del Atlántico y el Mediterráneo. El Estado virtualmente monopolizaba el comercio exterior: la yerba y el tabaco abastecían el consumo del sur del continente; las maderas valiosas se exportaban a Europa. La balanza comercial arrojaba un fuerte superávit. Paraguay tenía una moneda fuerte y estable, y disponía de suficiente riqueza para realizar enormes inversiones públicas sin recurrir al capital extranjero. El país no debía ni un centavo al exterior, pese a lo cual estaba en condiciones de mantener el mejor ejército de América del Sur, contratar técnicos ingleses que se ponían al servicio del país en lugar de poner al país a su servicio, y enviar a Europa a unos cuantos jóvenes universitarios paraguayos para perfeccionar sus estudios. El excedente económico generado por la producción agrícola no se derrocaba en el lujo estéril de una oligarquía inexistente, ni iba a parar a los bolsillos de los intermediarios, ni a las manos brujas de los prestamistas, ni al rubro ganancias que el Imperio británico nutría con los servicios  abandonada por los conquistadores.

 

 

Víctor Bareiro[2] afirma: “La línea independentista del Dr. Francia que sostenía que “antes prefiero morir que volver a ver a mi Patria oprimida y en esclavitud”, y de Don Carlos A. López, pregonaba la consigna de “Independencia o Muerte”. Y ya en el fragor de la guerra, el Mcal. Francisco Solano López levanta la consigna de “vencer o morir”, las tres consignas fueron defendidas a costa del sacrificio y del infortunio de todo un pueblo”.

 

Ciertamente que la guerra truncó el proyecto independentista del Paraguay, pero sin embargo, no logró “destruir la identidad paraguayo ni la historia de su pasado. La nación paraguaya, logra de alguna manera resurgir de sus propias cenizas, si bien es cierto que ya no existe el Paraguay del período independiente; empero tampoco ha desaparecido”.

 

Al terminar la guerra, el Estado paraguayo era propietario de aproximadamente 40.597.500 hectáreas, de las cuales había un total de 2.100.000 hectáreas de yerbales naturales, y 18.000.000 de hectáreas de campos y 21.375.000 hectáreas de bosques.

 

El año 1875, el 4 de noviembre, se autoriza por decreto la venta de tierras fiscales, aunque todavía en forma limitada (hasta cubrir una suma determinada).

 

Con la venta de bosques y yerbales a capitales extranjeros, los campesinos sin tierra se convierten en peones, en condiciones de trabajo inhumano en los obrajes de yerba mate y explotación de  madera, en la selva se especulaba con el dolor y la muerte de los mensú paraguayos.

 

En 1885, solamente en el Chaco, 25 personas se apropiaron de 8.235.000 hectáreas.

 

Venta de las tierras públicas

 

El remate de tierras públicas realizado por el Gobierno del Gral. Bernardino Caballero constituye la más clara desviación y traición a la tradición patriótica, iniciada por el Dr. Francia y continuada por los López. La población de la República y en especial los campesinos fueron víctimas de la pobreza y explotación; porque los yerbales, bosques y campos ya estaban en manos de capitalistas extranjeros. Los paraguayos que tenían tradición de ser libres, en su tierra, de toda opresión y explotación extranjeras, al quedar sin tierra, se vieron obligados a trabajar en los obrajes en condiciones inhumanas y humillantes.

 

Concentración de las tierras en manos de capitalistas extranjeros

 

Al final del siglo XIX, la política de venta de tierras a extranjeros, respaldada por el Gobierno de Bernardino Caballero, concluía con éxito total para los latifundistas. En el Chaco, 79 personas y/o sociedades poseían 17.587.500 hectáreas de las mejores praderas y bosques de quebracho. Solamente Carlos casado adquirió, al comienzo, 5.500.000 hectáreas; actualmente posee todavía 1.500.000 hectáreas.

 

En la Región Oriental solamente 11 compradores adquirieron 5.548.000 hectáreas; 1.119 compradores adquirieron 9.961.319 hectáreas. Nadie sabe qué suma de dinero se sacó de las ventas, ni dónde se invirtió el importe; hasta ahora es una incógnita. La Industrial Paraguaya S.A., fundada en 1886 de capital inglés y argentino, compró 855.000 hectáreas de yerba naturales y 2.647.000 hectáreas de tierra.

 

Más de la mitad del territorio paraguayo está en manos de extranjeros

 

Al comienzo del siglo XX aproximadamente de las 40.600.000 hectáreas de tierra que posee en total el Paraguay (406.000 km. 2), 34.000.000 de hectáreas estaban en manos de 32 firmas extranjeras, vale decir, que más de la mitad de las tierras paraguayas estaban en manos extranjeras.

 

En el período comprendido entre 1885 hasta 1960, se produce la penetración y consolidación de capitalistas extranjeros en el Paraguay. La penetración capitalista significó para el Paraguay la pérdida de sus principales fuentes de riquezas: la yerba mate, la madera, el quebracho, palmito, etc. Los capitalistas extranjeros nunca tuvieron ni tienen interés de industrializar el país; esto es, de desarrollar la economía nacional, sino su interés era y es extraer las riquezas naturales y exportar. Es la economía hacia afuera.

 

A partir de 1970, las empresas capitalistas se instalan en el campo con grandes recursos económicos y modernas tecnologías, acaparan la tierra e imponen un nuevo modelo de agricultura;  la agricultura de cultivo de gran extensión, que es rentable y posible sólo para las empresas agrícolas.

 

Las empresas agrícolas se apropiaron de las mejores tierras; utilizan poca mano de obra; como consecuencia lógica los campesinos quedan sin tierra, y también sin trabajo y tienen que huir hacia las zonas urbanas, u otro país como España, Argentina, etc.

 

Etapa actual – El Modelo de Desarrollo Rural Agro exportador principal causa de la pobreza

 

Paraguay, es uno de los países de América del Sur con mayor población campesina (43%), frente a los otros países que tendrían menos de la mitad de lo que nosotros tenemos de población campesina habitando las zonas rurales. Esto nos muestra lo gravitante que es en nuestro sistema político y económico dicho sector. Sin embargo, pese a su relevancia en cifras no llega a marcar una preponderancia a la hora de la toma de decisiones en las esferas de poder. La visibilidad de la problemática del sector campesino es aún débil, la producción agrícola y la forma de desarrollo capitalista que históricamente  se impuso como modelo de organización del agro han marcado un proceso de exclusión, creciente pobreza de las familias rurales  hasta el punto que del 43% un 40,1% son pobres y  un 22, 8% son pobres extremos. El Estado paraguayo no ha podido hasta hoy superar su dependencia a un modelo de desarrollo agroexportador que favorece el monocultivo de la soja y otros productos que benefician a una minoría (Paraguay es el 4º exportador y el 5º productor mundial de la soja) , en detrimento de la agricultura de producción de alimentos al cual se dedica la mayoría de la población campesina que sobrevive en la pobreza sin apoyo Estatal. Al fortalecerse un modelo de desarrollo que beneficia a unos pocos se empobreció al resto de la población rural. Paraguay se volvió el país más desigual de América en cuanto a ingresos y el cuarto en el mundo superado solo por otros tres países pobres del Africa.  351 propietarios concentran 9,17 millones de hectáreas de tierra (censo agropecuario 2.002), mientras según estimaciones oficiales, instituciones y organizaciones sociales entre 300.000  a 400.000 familias campesinas no tendrían acceso a la tierra. La mayoría de las tierras en manos de latifundistas serían tierras mal habidas traspasadas a manos privadas de empresarios, militares, extranjeros, sojeros, ganaderos, en épocas de la dictadura militar y los sucesivos Gobiernos Colorados.

 

Los cambios del 20 de abril de 2.008 abren un nuevo proceso político luego de más de 60 años de hegemonía colorada para debatir un proyecto de desarrollo y de reforma agraria. Es una oportunidad histórica para iniciar un proceso de transición hacia los cambios institucionales que el campo requiere para avanzar hacia la solución de la pobreza y que tendrán respuestas graduales que dependerán en su ritmo y profundidad en gran medida de la capacidad de organización,  de la incidencia propositiva y de movilización de las organizaciones campesinas y sociales a través de la construcción de procesos de unidad en la diversidad.

 

El Abogado Alberto Alderete, Ex Director del INDERT y CEPPRA, del Gobierno paraguayo, señala las limitaciones políticas e institucionales para avanzar hacia la concreción de la Reforma Agraria en Paraguay. “Se busca debilitar, boicotear y hacer fracasar el proceso de Reforma Agraria en nuestro país, de parte de una minoría con privilegios en el campo, que tiene sus brazos largos e influencias políticas en el propio Estado, en el Gobierno (Ministerio de Agricultura) y en los diferentes espacios de poder hay pocos aliados hacia el proceso de Reforma Agraria, hay sectores tradicionales conservadores que querrían que las cosas en el campo sigan como están sin registrar cambio alguno. El Presidente Fernando Lugo es el principal aliado e impulsor de la Reforma Agraria según Alderete, sin embargo, en el propio gabinete de ministros no existiría un consenso sobre  la reforma agraria”. El dirigente campesino Angel Giménez de la ONAC, reflexiona sobre las posibilidades de concretar la Reforma Agraria, indicó que más allá de los discursos electorales, los compromisos de intenciones  que se reiteran, en la práctica aún no se observan avances trascendentales lo cual está haciendo que en el campo crezca la miseria y la impaciencia que no explota por la alta madurez de las organizaciones campesinas que asumen sacrificios extremos para que no se produzca un estallido social apostando a que los cambios lleguen con gradualidad y no haya retrocesos políticos y sociales, atendiendo que hay sectores que buscan una vuelta al pasado. Advirtió sin embargo, que la paciencia tiene límites y el campesinado puede decir basta si los cambios no le llegan a través de la implementación real y efectiva de la Reforma Agraria y el desarrollo rural.”

Radio TV
By Radio TV febrero 14, 2012 13:42