Las vacas de Favero viven mejor que los campesinos paraguayos
Por los polvorientos caminos del Alto Paraná Paraguay nos internamos rumbo a Ñacunday. Al borde de la ruta las grandes plantaciones de soja muestran el floreciente imperio del agronegocio explotados por acaudalados extranjeros como el rey de la soja Favero en la franja fronteriza que se apropió de 103.000 hectáreas de tierras malahabidas durante la dictadura y que hoy reclaman los llamados carperos del Ñacunday. Las riquezas del rey de la soja contrastan con las carpas “de campesinos paraguayos empobrecidos” a la vera del camino luchando por un pedazo de tierra donde vivir, como si fueran ellos los extranjeros en su propia patria.
Paraguay, fue el primer país en América en gestar una revolución agraria en su historia con el del Dr. Gaspar Rodríguez de Francia en 1.816, un siglo antes que la revolución mexicana. Hoy, con el cambio iniciado en el 2.008 busca reencontrarse con su historia
La invasión silenciosa de capitalistas brasileños construyó un Estado dentro del Estado paraguayo, la “Patria Sojera”. En estos territorios solo rige la ley de Favero, el rey de la tierra malhabida. Con el amparo y la complicidad de jueces y parlamentarios los usurpadores de tierras públicas logran “licencia a la impunidad” al prohibir la mensura judicial o cualquier proceso de verificación de sus títulos de propiedad al cual accedieron durante la dictadura de stroesner. Paraguay tiene hoy unos 15 millones de hectáreas de tierras malahabidas, y la mitad de su territorio está ocupado por extranjeros, muchos de ellos atraídos por el “paraíso fiscal y territorial que representa para las inversiones del agronegocio”.
Nuestra soberanía territorial violada a lo largo y ancho de la frontera hizo nacer prósperas ciudades brasileras. La moneda oficial no es el guaraní sino el real, los habitantes de esas tierras invadidas ven canales brasileros, el idioma es el portugués y algunos el portuñol.
La frontera con el Brasil va desapareciendo porque nos han invadido, apoderándose de nuestras mejores tierras, en estos territorios la frontera dejó de existir para convertirse en un estado dependiente al Brasil, donde se construyó una isla de soja, en un paraíso fiscal y territorial de extranjeros sojeros que se corrieron de las condiciones legales y fiscales de sus propios países para instalarse en el país de los Brasiguayos.
El infierno verde de soja es el único paisaje que se extiende a los largo y ancho de la geografía que desnuda el floreciente negocio del modelo agrícola agroexportador sojero que controla nuestro territorio y los recursos naturales, que contrasta de forma escandalosa con las empobrecidas chacras campesinas paraguayas, arrinconadas, abandonadas, que ya solo quedan como fantasmales chozas como recuerdos de comunidades que antes se dedicaban a la agricultura familiar campesina tradicional. Estas fueron muriendo acogotadas, atacadas por un modelo de agricultura capitalista que destruye todo a su paso. Cargil, Agrotoro, otras empresas, se adueñaron de las tierras más aptas para la agricultura, explotando y monopolizando el mercado del agronegocio en la región.
La nube de polvareda que se levantaba como un tornado alrededor nuestro, hacía desaparecer hasta el camino, parecía que nos trasladaba hacia otro estado. En los confines del mundo. Allí donde el Estado paraguayo aún no llega, está ausente, ingresamos en ese otro estado gobernado por Favero. Con más de 103.000 hectáreas de tierras públicas en sus manos se convirtió en el rey de ese estado, pone y saca jueces, impone intendentes, tiene su propio puerto para trasladar sus productos desde el rio Ñacunday. Como no paga impuestos al estado paraguayo sus grandes ganancias no quedan en Paraguay…migran al Brasil. Mientras a nosotros solo nos quedan las pérdidas de nuestros recursos naturales, las tierras, los cauces hídricos destruidos, los árboles derribados y una alta migración campesina a las ciudades o a otros países huyendo de un modelo “que los expulsa de sus tierras o los condena a vivir como extranjeros en su tierra a la vera del camino discriminados como “carperos”.
En el mapa del Paraguay Invadido, nuestra soberanía permanece hipotecada en manos de extranjeros, especuladores de tierras, generales de la dictadura y empresarios de frontera que mantienen secuestrado como su propiedad privada tierras públicas robadas al pueblo paraguayo. Grandes franjas territoriales permanecen usurpadas que alcanzarían según la Comisión Verdad y Justicia unos 15 millones de hectáreas.
Para comienzos del siglo XX aproximadamente de las 40.600.000 hectáreas de tierra que posee en total el Paraguay (406.000 km. 2), 34.000.000 de hectáreas estaban en manos de 32 firmas extranjeras. Más de la mitad de las tierras paraguayas estaban en manos extranjeras. Al alcanzar el siglo XXI Paraguay sigue siendo en el mundo uno de los países con mayor desigualdad en la distribución de la tierra. 351 propietarios concentran 9,7 millones de hectáreas de tierra (censo agropecuario 1992).
La única y ultima bandera paraguaya que encontramos luego de kilómetros de recorrido por los territorios de la “Patria Sojera” fue al llegar a los campamentos de sin tierras denominados “carperos de Ñacunday”.
Más allá de la satanización de los medios masivos conservadores, debido a los grandes intereses de una minoría que se enriqueció con las tierras públicas y convirtió en Paraguay en su negocio inmobiliario, en la ciudad de los carperos del Ñacunday, hay una lucha por la soberanía…
Al cruzar por los territorios del rey de la soja Favero pudimos corroborar que sus vacas viven mejor que los niños, mujeres, hombres y ancianos de Ñacunday…las vacas de favero tienen suficiente tierra para pastar, tienen veterinario si se enferman, mientras que los campesinos paraguayos no tienen un pedazo de tierra para cultivar y un médico en caso de enfermarse.
Hay una campaña mediática de derecha que busca matar cualquier intento de recuperación de tierras malhabidas y el impulso de la reforma agraria integral en Paraguay. En esa campaña están unidos parlamentarios, partidos de derecha, gremios empresariales como la UGP, APS, otros. Es la alianza de los acaparadores de tierras malhabidas que se unieron para frenar el proceso de recuperación de la soberanía territorial y la reforma agraria en el Paraguay.
Los carperos de Ñacunday están decididos a dar la vida por la tierra, dicen que vienen con sus hijos a buscar la tierra sin mal, porque ya no quieren seguir siendo extranjeros en su propia tierra.
En medio de la pobreza y la miseria que azota el campamento de carperos, la convicción de que por los pies del pueblo pobre se está construyendo por primera vez en la historia un nuevo Paraguay con soberanía los mantiene vivos en medio del monte, resistiendo para no morir o rendirse. Afirman que defenderán a Lugo de juicios políticos, la amenaza de la derecha de cualquier intento de quebrar el estado de derecho y la democracia, porque “para ellos Lugo representa su primera y última .
Plano: las tierras reivindicadas en Ñacunday ocupa 5 departamentos