6 de Enero: Nace el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, Padre de la Independencia
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Ante un gran silencio oficial, la deslealtad y falta de patriotismo de los Gobernantes de turno del Paraguay, la ciudadanía paraguaya recuerda al claro precursor de la libertad del Paraguay: Francia hizo del Paraguay el sueño de cualquier estado comunista o programa socialista contemporáneo, devolver al pueblo el poder y cimentar la INDEPENDENCIA POLÍTICA basada en la INDEPENDENCIA ECONÓMICA.
Extraído del Fanpage Manduarä – Asociación Cultural
NATALICIO DEL KARAÍ GUASÚ
Un día como hoy 6 de enero pero del año 1766 exactamente hace 250 años; nacía en la ciudad de Asunción; el hombre considerado por muchos autores e historiadores como el “Padre de la nacionalidad paraguaya”: José Gaspar Rodríguez de Francia, futuro Dictador Supremo de la República del Paraguay.
Era hijo del Capitán de Artillería José Engracia García Rodrígues França, portugués y de María Josefa Velazco y Yegros, paraguaya de distinguida familia. Se formó en la escuela-colegio de los franciscanos, y luego en la Universidad de Córdoba, en donde obtuvo el título de Doctor en Derecho Civil y Canónico (Doctor en Teología). De regreso a la Provincia venía ya imbuido de las nuevas ideas, fruto de sus contactos y lecturas de panfletos inspirados con las nuevas ideas revolucionarias que obtuvo leyendo de las obras de Jean Jacques Rousseau y los escritos sobre las revoluciones estadounidense y francesa.
En la Asunción ganó en concursos las cátedras de Vísperas de Teología y de Latinidad en el Colegio Carolino. En 1789, enseñó Teología y Filosofía en el colegio San Carlos; dejando la docencia para ejercer la abogacía, por medio de la cual defendió a pobres y humildes, a quienes no les cobraba nada; los ricos no corrían con la misma suerte, pues les pedía cuantiosos honorarios. Ejerció la abogacía con solvencia y nunca desmentida rectitud y honradez, como asimismo su cargo de regidor del Cabildo asunceno; ya iniciando así su vida dentro de la política del país.
En el Congreso del 24 de julio de 1810, convocado por Velazco para obtener un pronunciamiento contra la revolución operada en Buenos Aires, el Dr. Francia sostenía que el poder español había caducado. Vivía en su quinta de Ybiray – Trinidad, desde donde mantenía contactos con los revolucionarios de la capital. El testimonio de Mariano Antonio Molas, prócer, testigo presencial e historiador de la revolución, no puede ser destruido con simples negaciones. El Dr. Francia, ya nominado por el cuartel revolucionario para integrar el Gobierno provisorio asociado al gobernador Velazco, llegó al Cuartel de la Plaza en la mañana del 16 de mayo; y fue desde entonces integrante de todos los gobiernos.
Con los capitanes Pedro Juan Cavallero, Juan Valeriano Zeballos y con más autoridad que éstos, Francia ejerció la presidencia del primer Congreso Nacional, que integró el primer gobierno nacional o la Junta Superior Gubernativa. La crítica histórica le atribuye la autoría de la memorable nota del 20 de julio de 1811 a la Junta de Buenos Aires; documento medular del primer gobierno nacional. Así mismo, fue el negociador del Tratado del 12 de octubre de 1811, firmado por la Junta con los enviados del gobierno de Buenos Aires, Manuel Belgrano y Vicente A. Echevarría. Autor también del Reglamento de Gobierno aprobado por el 2° Congreso nacional y mentor intelectual de la conducta del Congreso y luego del Gobierno -el Consulado- determinantes del fracaso de las gestiones del enviado porteño, Dr. Nicolás de Herrera, tendientes a obtener la sumisión del Paraguay. Este insinuó medidas, coercitivas si el Paraguay no enviaba diputados al Congreso de las Provincias argentinas y fue despedido.
Elegido por los Congresos de 1814 y 1816, con el título de Dictador Temporal el primero y Vitalicio luego, su gobierno tuvo por meta fundamental la consolidación de la independencia y la defensa de la integridad territorial. El Dr. Francia defendió con énfasis los límites territoriales del Paraguay, desde el Jaurú hasta el Bermejo, y las Misiones hasta el Aguapey, sobre el río Uruguay. No obstante amenazado por tropas artiguistas, despobló y abandonó los pueblos de las Misiones sobre la banda izquierda del Paraná, cuando apenas se iniciaba su Dictadura Vitalicia. Cuatro años más tarde, el prócer oriental José Gervasio Artigas buscó refugio en el Paraguay y el Dictador le otorgó asilo, como asimismo a la comitiva que le acompañaba, a cuyo efecto envió un destacamento para escoltar a los fugitivos, desde el Paraná hasta la capital, en 1820.
El Dr. Francia honró la institución del asilo (una de las primeras en la América), y dio muestras de una hidalguía poco común. Cuando el caudillo entrerriano Francisco Ramírez le ofreció armas y otras ventajas a cambio de la entrega del prócer oriental, recibió una ejemplar respuesta, declarando que «era no sólo un acto de humanidad sino aún honroso para la República, el conceder asilo a un jefe desgraciado que se entregaba». Artigas se negó a abandonar el Paraguay, no obstante reiteradas instancias de sus familiares y amigos.
Habiendo descubierto una conspiración en 1820, motivó severísimas represiones; muchos próceres fueron fusilados y numerosísimas familias arruinadas por medio de confiscaciones. El aislamiento obligado, por el bloqueo argentino del Paraná; determinó el incremento de la agricultura, la ganadería y la industria doméstica. No obstante, algunos productos sólo podían obtenerse en el exterior; por ejemplo armas, pólvora, objetos de metal, textiles de alguna calidad, cuerdas para arpa y guitarra, libros y otros.
Mantuvo el intercambio con los brasileños, vía Rio Grande-Misiones, con entrada por Itapúa, que proveyó al Estado aquellos productos, a cambio de yerba mate.
Con la clausura del colegio Carolino en 1823, la supresión de los Conventos y la estricta prohibición de salir del país, las únicas posibilidades educativas eran las escuelas elementales y las cátedras privadas. Felizmente, a la muerte del Dictador sobrevivían unos pocos ciudadanos de formación académica como Carlos Antonio López y otros presumiblemente autodidactas como Gill, Sánchez, Alvarenga, Falcón, González, Berges.
Los resultados de su labor gubernativa fueron invalorables, promovió la economía agrícola del país y organizó el ejército. Como habíamos visto defendió celosamente la independencia nacional. Mantuvo las líneas fronterizas tradicionales, buscando siempre la afirmación de la paz y tranquilidad del país, a despecho de la sangrienta anarquía que imperaba en los países vecinos; conciencia de la capacidad para el auto abastecimiento y luchó por el derecho a la libre navegación de los ríos que daban salida al comercio paraguayo en la Cuenca del Plata.
Durante el régimen de aislamiento, organizó al país con el objetivo de que se abasteciera a sí mismo; el Paraguay produjo todas las materias primas esenciales para su subsistencia a fin de sostener su propia independencia.
A pesar de haber sido electo Dictador por los enormes congresos representativos como habíamos visto más arriba, durante sus años en el poder, Francia evitó el personalismo típico de las dictaduras. Con la única excepción de “Villa Franca”- fundada a mediados de la década de 1820 con ayuda del Supremo, después de que las inundaciones obligaran a los habitantes de Villa de Remolinos a abandonar sus hogares (situación similar que se da hoy en varias partes del país a consecuencia del fenómeno climático de “El Niño”), no permitió que una sola población, barrio, calle, edificio, estatua o moneda fuera dedicada a su honor. De modo similar, rompiendo una tradición de larga data, se rehusó a aceptar obsequios de ningún tipo. Esta política tuvo un impacto tan vigoroso sobre el pueblo, que más de veinte años después de la muerte de Francia, un número de ancianos la recordaba vívidamente: “El 6 de enero de 1817, con motivo del cumpleaños del Dictador, se le ofreció una recepción que fue obviamente más importante que en cualquier otro año. Sin embargo, el no aceptó ningún obsequio, sosteniendo que era necesario abolir esa corrupta práctica española, que conducía a imponer una obligación al pobre, que a menudo debía hacer un sacrificio para seguir la misma”.
Algunas personas cuestionan el actuar del Dr. Francia, mientras que otras lo recuerdan con admiración. Se sabe que fue un hombre rígido, solitario, justiciero, que convirtió el destino del Paraguay en el suyo propio. Sus errores y aciertos los llevó a cabo con el convencimiento de hacer un bien a su país. Estuvo en el gobierno hasta el 20 de setiembre de 1840, fecha en que falleció. Sus restos fueron inhumados en la antigua iglesia de la Encarnación, pero su tumba fue profanada y se cree fueron arrojados al río sus restos al río. Existe también la versión de que los restos óseos, conservados secretamente fueron entregados por Carlos Loizaga al argentino Estanislao Zeballos, quien llevara y donara los mismos a un Museo de Buenos Aires.
Según tradición recogida por algunos autores, el Supremo dejó una hija, Ubalda García, unida en matrimonio con Juan de la Cruz Cañete. Su hija Francisca Cañete, unida en matrimonio con Epifanio Peña, constituye el tronco inicial de la familia Peña, con destacadísima proyección hasta nuestros días.
Aún a sabiendas de que no le hubiese gustado en vida; debemos de decirle con el fervor paraguayo nuestro, parados, con la mirada de frente y en voz alta: “Feliz cumpleaños Su Excelencia y gracias por todo!”
FUENTES: “Breve historia de grandes hombres” de Luis G. Benítez / “La primera revolución popular en América – Paraguay 1810 – 1840” de Richard Alan White / “El Dictador del Paraguay” de Francisco Wisner de Morgenstern / Nota de la Lic. Paola Dalles / Efemérides de Efraím Cardozo / Artículo de Eduardo Ortíz Mereles – Asociación Cultural Mandu’ara.
IMAGEN: Casa quinta del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, en el Barrio de Trinidad, lugar donde vivía antes de asumir el poder en Paraguay – “Asunción Siglo XIX, Álbum fotográfico”, Colección de Javier Yubi.