Es la hora del impuesto a la soja
Artículos Relacionados
Por Jorge Villalva Dígalo
El periodista Jorge Villalba Dígalo, especialista en temas económicos de larga experiencia, arrima a los lectores estadísticas, informaciones y argumentos para la sanción y promulgación de una ley que grave la exportación de soja en grano.
1-Los países desarrollados tienen políticas deliberadas que apuntan a la industrialización y para eso necesitan asegurarse la provisión de materias primas. Protegen sus industrias y abaratan la provisión de materias primas desde el exterior. Gravan la importación de productos manufacturados a partir de la soja (aceite, harina, etc) y liberan de gravamen la importación de soja en bruto.
2-Este decisión tomada en los países desarrollados, sin embargo, tiene un impacto directo en la economía local. Lo que hace es alterar las rentabilidades relativas de la industria y de la producción de soja, ya que disminuye la rentabilidad de la actividad industrial local respecto de la producción y exportación de soja en bruto. Es decir, la medida tomada en los países desarrollados apunta a hacer más atractivo en Paraguay la producción y exportación de granos de soja antes que producir y exportar bienes industrializados. Buscan así condenarnos a ser eternos proveedores de materias primas.
3-Esta situación planteada por los países desarrollados necesita de una medida local de contrapeso. En consecuencia, lo que corresponde hacer es afectar las rentabilidades relativas de la industria con relación a producir y exportar soja en bruto. Para ello se debe gravar la exportación de soja y dejar sin gravamen la exportación de productos manufacturados o en su defecto gravar en menor medida los productos industrializados a partir de la soja. Esto aumentará el actractivo de exportar soja industrializada respecto de exportar grano en bruto.
4-La exportación de soja ya tenía un tratamiento tributario diferenciado antes de la ley 125. La exportación de soja pagaba impuestos por 13,4% y la exportación de aceite 1%. En consecuencia, lo que se propone es volver a utilizar la política tributaria para apuntalar la industrialización.
5-La presión tributaria de la economía paraguaya en su conjunto es del 12%, mientras que los sojeros solamente tienen una presión tributaria como máximo del 2%, por lo que la aplicación del impuesto a la exportación de soja será una cuestión de estricta justicia tributaria.
6-El impuesto a la soja y otros granos abaratará los precios internos, lo que alentará la industrialización y aumentará el consumo de las personas. Es una forma de alentar la exportación de mayor valor agregado, la creación de empleos, obtener más divisas y aumentar la recaudación fiscal. Y al mismo tiempo es un mecanismo efectivo para combatir el hambre, ya que abaratará los precios de los alimentos.
7-La agricultura ocupa solamente 3.400.000 hectáreas, de las cuales 3.200.000 son destinadas a la soja. Es decir, el 88 por ciento de las tierras cultivadas es soja. Y es necesario parar el proceso de “sojización” del campo que invade las tierras destinadas a otros rubros de consumo, lo que ha derivado en los últimos años en una disparada del precio de los alimentos y de la miseria rural.
8-El gravamen a la soja mejorará el atractivo de plantar otros rubros de consumo y favorecerá la soberanía alimentaria y la baja de los precios de los alimentos. El impuesto a los granos es la forma más efectiva de combatir la miseria y, según la OMC, más de 25 países ya lo tienen en marcha.
9-El Paraguay exporta granos para alimentar a alrededor de 80 millones de personas, mientras tanto en nuestro país tenemos más de 1 millón de personas en la franja de la pobreza extrema, que pasan hambre. Alimentar a 80 millones de personas de afuera, mientras los compatriotas pasan hambre, es un dato que en vez de causar orgullo debería causar vergüenza. La caridad empieza por casa.
10-En la región Oriental hay más soja que bosques. Solamente existen 1.300.000 hectáreas de bosques, mientras que la soja utiliza una superficie de 3.200.000 hectáreas y va en aumento. La única forma de parar el derribo de los bosques es disminuyendo la rentabilidad de la soja.
11-El nuevo Iragro resultó ser una estafa que sirvió solamente para trabar el impuesto a la soja. Se dijo que rendiría 250 millones de dólares y terminó rindiendo el 20% de ese monto proyectado. Era de esperar, esta ley fue elaborada y consensuada con los grandes evasores: los sojeros y los ganaderos.
12-La verdadera razón por la que los empresarios de la soja se oponen al impuesto es porque este es prácticamente ineludible. Bastará con controlar a una media docena de empresas para recaudar casi el 100% de la recaudación potencial del impuesto. Unos 4.300 empresarios de la soja concentran el 83% de las tierras sojeras y están dispuestos a cualquier cosa para trabar el impuesto a la soja porque lo que quieren es seguir disfrutando de sus privilegios fiscales.
13-El impuesto además de ser ineludible es de bajo costo de implantación y de bajo costo en su mantenimiento, puede ser aplicado inmediatamente una vez promulgada la ley y la relación costo/beneficio es alta para el fisco. Es un impuesto altamente eficiente en materia de recaudación. Esta es la razón por la que los sojeros apoyan seguir con el impuesto a la renta, porque saben que seguirán pagando poco o casi nada, mientras que con el impuesto a la soja pagarán niveles más acordes con el nivel general de impuestos pagados por la economía en su conjunto que rondan el 12%.
14-La relación sociedad-sojeros, haciendo un balance, viene dando un alto déficit. Los sojeros se han desarrollado gracias a créditos a tasas subsidiadas en la época de los redescuentos del BNF, tratamientos especiales para el registro de sus maquinarias, tasas de impuestos diferenciadas tanto con la ley 125/91 como con la ley 2421/04; una gran parte de las tierras destinadas a la soja están asentadas en tierras malhabidas, y durante décadas han sido favorecidas por la venta de gasoil a precio subsidiado, lo que ha derivado en la acumulación de deudas por parte de Petropar de más de 300 millones de dólares. Además la soja viene contaminando el aire, la tierra y los cursos de agua superficiales y subterráneos, causando serios daños a la salud en las zonas de cultivos, a lo que hay que agregar que los camiones sojeros son los que más destruyen las rutas.
15-La justicia tributaria no pasa por tratar a todos como iguales, sino por el contrario consiste en tratar a los desiguales como desiguales. Y los exportadores de soja son quienes más ganan, más evaden y menos tributan, por lo que la aplicación de un impuesto del 15%, seguirá siendo insuficiente, pero nos acercará al ideal de la justicia tributaria que consiste en que los que más tienen sean los que más pagan. Es la hora del impuesto a la soja.