[SANTA OPINIÓN] Enmienda: Las tensiones y grietas de la estructura de poder en Paraguay.
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La singularidad de la accidentada coyuntura que estamos viviendo, es la pugna entre dos expresiones de la oligarquía, y en torno a las cuales, convergen expresiones de diverso tono. Pero en realidad, detrás de esa confusa polarización que responde a intereses encontrados reales, hay una contradicción esencial, cual es el conflicto entre dos modelos de sociedad.
Uno que es el orden establecido para una oligarquía hoy en crisis, y otro de ruptura con ese orden como es el proyecto iniciado en el año 2008, que fuera abruptamente interrumpido en junio del 2012 con un golpe parlamentario.
Alguien que quiso hacer una lectura de la coyuntura, decía que lo que caracteriza a ésta es la transversalidad y lo presentaba como hecho inédito. Ese alguien por lo visto no registró la coyuntura del 93 del siglo pasado. En la misma también hubo transversalidad, entre dos proyectos claramente diferenciados: 1) De un lado el proyecto neoliberal de Wasmosy cuyo discurso se basaba en la apertura al capital transnacional; y 2) el otro, de corte mas nacionalista, representado por Argaña. En torno a estos dos proyectos se aglutinaron colorados y liberales. Triunfó, fraude mediante, el polo Wasmosy, que era la condición que le diera la embajada norteamericana al Gral. Rodríguez para el blanqueo de su turbio pasado involucrado en el tráfico de drogas. Pero ese triunfo fue una victoria pírrica del proyecto neoliberal ya que se encontró con un muro muy sólido, como fue el factor que logró consolidar el Partido Colorado: el clientelismo prebendario. Esa tensión entre dos proyectos antagónicos sigue vigente.
Pero la transversalidad tiene como punto de origen el nacimiento de los dos partidos tradicionales: el colorado y el liberal, después de finalizada la guerra de la triple Alianza. A simple vista, sin mucho rebusque, se sabe que los dos partidos son de ideología liberal, y desde esa ideología hay una disputa por el control del patrimonio nacional. Como alguna vez dijo Adriano Irala Burgos: “En nuestro país no existen partidos como asociaciones políticas, sino como comunidades. Ambas comunidades o feudos, se vienen disputando a sangre y fuego, el patrimonio nacional.
Hay un intelectual francés del siglo XX llamado Michel Foucault, a quién los estudiosos presentan como el punto de inflexión entre el modernismo y el post modernismo. En realidad este respetado intelectual es considerado como uno de los exponentes más importante del post modernismo.
Tengo, más allá de mis reparos al post modernismo, mucho respeto a esta corriente de pensamiento. Sin embargo creo que al post modernismo le utilizó el neo liberalismo, como el nazismo a NIietzsche. Foucault es el que nos habla de la “transversalidad del poder. Y esa transversalidad que dispersa todo, que relativiza todo, la hacen funcional al neoliberalismo. Es cuando los partidos pierden identidad y se produce esa dualidad que separa a neo liberales y no neoliberales. Es lo que pasó después del golpe del 89 que despojó a Stroessner del poder. Pero para el caso de Paraguay, como decimos más arriba, los partidos que se forman después de la guerra grande, no tenían desde luego diferencia ideológica clara. Ambos son liberales. Por eso la transversalidad es absolutamente posible. La que se vive hoy , es el conflicto de dos facciones de la oligarquía, con la singularidad sí de que en el ruedo político aparece un signo político claramente diferenciado de los partidos tradicionales, con posturas y propuestas alternativas al orden establecido de expoliación, explotación, exclusión y despojo.
También aparecieron otros “analistas” que quizá con gran esfuerzo expusieron sus ideas en muy extensos escritos, pero que lamentablemente poca luz, o respuesta arrojaron sobre la crisis intra-oligárquica. Parece que con intenciones de jerarquizar el discurso, se usaron conceptos macro grandilocuentes como “crisis civilizatoria” “financiarización “ y otros pero sinceramente yo no encontré ninguna conexión con el tema que se aborda y se propone develar.
Las tensiones de la era Cartes.
Cartes llega al poder con el mismo papel de Rodríguez y su testaferro político Wasmosy. Y –oh curiosidad-el papel “neo modernizador” tanto de Rodriguez como el de Cartes, tiene como precio el blanqueo de su turbio pasado. En un principio vimos que el oligopolio mediático de los Zucolillo y Vierci se mostraba entusiasmado con el proyecto Cartes. Pero el idilio no duró mucho. ¿Qué marcó la ruptura del idilio? Uno de los factores probablemente más que marcó la ruptura fue –una vez más- el conflicto de intereses de un proyecto de inserción y control de la economía por parte de empresas transnacionales (Cartes) sobre todo en los proyectos de infraestructura, que además de beneficiar a Cartes, beneficia a su entorno inmediato. Este proyecto contra el otro polo del conflicto, como es un empresariado local, que quisiera participar de esas obras. La figura más visible de este polo es a todas luces, Zucolillo, que juntamente con Antonio J. Vierci, controlan el poder fáctico político más fuerte en el país como en toda Latinoamérica: el poder mediático.
Así, en los dos polos aparecen facciones de la oligarquía y también los signos políticos tradicionales en esto que se da en llamar “transversalidad”.
Disyuntiva aparentemente confusa.
El poder mediático tiene como enemigo principal a Fernando Lugo, a quien se propusieron impedir a cualquier costo impedir avanzar hacia el control del Estado. A esta altura no creo que nadie ya ponga en duda la popularidad de Lugo. El problema es que Lugo es claramente incompatible a los intereses capitalistas asentados en los dos polos del conflicto. Mas detrás del polo neo conservador del poder mediático está la embajada norteamericana que ya se pronunció sin ambages. Aclaro que cuando hablo de intereses capitalistas no hablo del modo de producción que no desaparecerá, sino del modelo de acumulación.
Las cuestiones en disputa
Pero ¿qué es lo que está en disputa? A mi modo de ver, hay entre un conjunto de factores, dos cuestiones principales que están en disputa y que explicarían la crisis intra oligárquica: 1) las obras de infraestructura, y 2) el vencimiento del Tratado de Itaipú en el año 2023. Hay que considerar seriamente que las negociaciones del finiquito del Tratado se realizarán en el período que se inicia en el 2018. Y esas negociaciones brindan una perspectiva de astronómicas ganancias, quizá inéditas para quien a la fecha controle el Estado.
Una perspectiva ilusoria
Se está difundiendo la idea de que apartando a Cartes y a Lugo de la contienda electoral impidiendo la enmienda, se sacará y evitará la continuidad de Cartes en el gobierno. Y eso puede ser, pero el problema no es tanto Cartes como el cartismo. Cartes si queda inhabilitado, sencillamente hará jugar la carrera electoral a un testaferro político. No se puede negar que muy poca gente conocía al que hoy funge de Pdte. del Partido Colorado Pedro Alliana. Pero ahí está, con la plata de Cartes.
Disparen contra Lugo
Si bien la crisis intra-oligárquica es una característica de la coyuntura, no cabe la menor duda de que la contradicción principal, la que contrapone dos modelos de sociedad, es la que está dada entre esa oligarquía en crisis y el único político en condiciones de hacer frente al cartismo. La crisis intra-oligárquica da cuenta de un conflicto real de intereses, pero al mismo tiempo está velando una coincidencia política importante en toda la oligarquía. Esa coincidencia tiene que ver con que, al ser Lugo un político con grandes chances de ganar en las elecciones generales del 2018, es también un político con un proyecto claramente anti oligárquico. Al ser así, se desata la conjura de toda la estructura de poder, principalmente el poder fáctico más fuerte como es el poder mediático, para impedir como sea, su habilitación a la candidatura presidencial, con los auspicios de la embajada norteamericana.
Tan fuerte es la campaña mediática, que incluso partidos menores que se presentan como de izquierda, se suman al coro anti Lugo. En esa posición están el P-mas (que ya tiene larga data en la conjura) y el PT (trotskista). De Efraín Alegre, quien fuera unos de los principales lobbystas de la transnacional Rio Tinto Alcán y del proceso de privatización del aeropuerto, no creo que valga agregar a las evidencias.
La conjura supera toda diferencia, y parece que la consigna, es no permitir que una figura política que tuvo una gestión con posibles errores, pero que sin embargo, a pesar de las dificultades, logró avances sociales que la población pudo conocer recién después de un siglo y medio de historia infortunada, perturbando así el orden dominante impuesto en nuestro país.
Carlos Verón De Astrada